La “conciencia” es el espejo de la “esencia”, el único medio del que dispone para contemplarse a sí misma, para aproximarse a su real naturaleza y descubrir su verdadero orígen o procedencia. La conciencia es la presencia inmanente de Dios en la esencia, el potencial cósmico de adquirir luz y la fuerza que le permite ser un ente existencial dentro de la gran realidad del universo. La conciencia nunca abandona la esencia, pues la esencia es la base de la unidad y la conciencia es la porción de la totalidad que la envuelve y le permite Ser.
La esencia es espíritu y la conciencia realidad. La esencia ES y la conciencia se TIENE. La esencia es unidad y la conciencia totalidad. La esencia no puede concebirse a sí misma sin el auxilio de la conciencia. La conciencia por lo tanto, es la reflexión de la esencia sobre sí misma y su entorno.
La conciencia es el espejo donde Dios se ve reflejado en la esencia. De esta manera, solo la conciencia le permite a la esencia conocer su verdadero rostro, contemplarse tal cual es. El espejo de la conciencia es lo que le permite a la esencia mantenerse dentro de su realidad y evadir la fantasía de los sentidos externos. La conciencia en sí, es la parte de Dios que nunca abandona la esencia, que nunca se va, que siempre está ahí,