No cabe la menor duda sobre el
aspecto desastroso de la “Auto-consideración
íntima”; ésta además de hipnotizar la
conciencia, nos hace perder muchísima energía.
Si uno no cometiera el error de
identificarse tanto consigo mismo, la Auto-consideración interior sería algo
más que imposible.
Cuando uno se identifica consigo mismo, se quiere
demasiado, siente piedad por sí mismo, se auto-considera, piensa que siempre se
ha portado muy bien con fulano, con zutano, con la mujer, con los hijos, etc.,
y que nadie lo ha sabido apreciar, etc., Total
es un santo y todos los demás unos malvados, unos bribones.
Una de las formas más corrientes de
auto-consideración íntima es la
preocupación por lo que otros puedan pensar sobre uno mismo; tal vez supongan
que no somos honrados, sinceros, verídicos, valientes, etc.
Lo más curioso de todo esto es que
ignoramos lamentablemente la enorme pérdida de energía que esta clase de
preocupaciones nos trae.
Muchas actitudes hostiles hacia
ciertas personas que ningún mal nos han hecho, se debe precisamente a tales
preocupaciones nacidas de la auto-consideración íntima.
En estas circunstancias,
queriéndose tanto a sí mismo, auto-considerandose
de este modo, es claro que al Yo o
mejor dijéramos los Yoes, en vez de
extinguirse se fortifican entonces
espantosamente.