La Semana Santa tenemos que vivirla dentro de nosotros mismos aquí y ahora, en la Gran Obra.
El Génesis de Moisés y el Apocalipsis de San Juan se complementan. Conviene que echemos un vistazo a la Biblia y que estudiemos la coordinación existente entre el Génesis y el Apocalipsis.
Vamos a abrir, aquí, las sagradas escrituras. En el Génesis dice. "En el principio creó Dios los cielos y la tierra, y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: ¡Sea la luz! Y fue la luz, y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas, y llamó dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche, y fue la tarde y la mañana un día".
Ese es el primer día del Gran Trabajo de la Semana Santa, en el que hay que "separar la luz de las tinieblas". El Iniciado tiene que bajar entonces a los mundos infiernos y conocer el secreto del abismo: el secreto de Malchut, el secreto de los Klifos y de la "muerte segunda".
"Luego dijo Dios: haya expansión en medio de las aguas, y separó las aguas de las aguas, e hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban sobre la expansión, y fue así, y llamó Dios a la expansión cielos, y fue la tarde y la mañana el día segundo".
Ese es el segundo trabajo que hay que hacer; es el segundo trabajo alquímico y hay que "separar las aguas de las aguas".