Gnosis Trascendental TV

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domingo, 13 de junio de 2010

La Medicina Gnostica


Dice el Maestro Paracelso: «Todas las enfermedades tienen su principio en alguna de las tres sustancias; sal, azufre y mercurio, lo cual quiere decir, que pueden tener su origen en el mundo de la materia (simbolizado por la sal), en la esfera del alma (simbolizado por el azufre), o en el reino de la mente (simbolizado por el mercurio)». Si desea comprender mejor este aforismo del Maestro Paracelso, debe estudiar la constitución interna del hombre. (Véase «El Matrimonio Perfecto» y «La Revolución de Bell»). Si el cuerpo, el alma y la mente están en perfecta armonía entre sí no hay peligro de discordancias perjudiciales, pero si se origina una causa de discordia en uno de estos tres planos, la desarmonía se comunica a los demás.
El YO, no es el cuerpo físico; tampoco es el cuerpo vital que sirve de base a la química orgánica; ni es el cuerpo Sideral raíz misma de nuestros deseos; ni la mente, organismo maravilloso cuyo instrumento físico es el cerebro. El YO no es el cuerpo de la conciencia, en el cual se fundamentan todas nuestra experiencias volitivas, mentales o sentimentales. El YO, es algo mucho mas recóndito.
Lo que es el Ser, muy raros seres humanos lo han comprendido.
El Ser no es la luz ni las tinieblas.
El Ser está más allá del bien y del mal.
El Ser es el GLORIAN.
El Ser es el INTIMO.
El GLORIAN es el rayo, que, al tocar su «campanada» viene al mundo físico.
El Glorian es la Ley y es la raíz incógnita del Hombre.
El GLORIAN es el Ser del Ser
El GLORIAN es la ley dentro de nosotros.
Cuando el hombre obedece a la ley, no puede enfermarse; la enfermedad viene de la desobediencia a la ley. Cuando los siete cuerpos, como si fuesen siete YOES quieren actuar separadamente, el resultado es la enfermedad.
Los cuerpos físicos y vital deben obedecer al alma; el alma debe obedecer al INTIMO, y el INTIMO debe obedecer al GLORIAN. Cuerpo, alma y espíritu, deben convertirse en un universo purísimo y perfecto a través del cual pueda expresarse la majestad del GLORIAN.
Veamos un ejemplo concreto y simple: Si arrojamos piedras al agua, se producirán ondas necesariamente. Esas ondas son la reacción del agua contra las piedras.
Si alguien nos lanza una palabra ofensiva, sentimos ira. Esa ira es la reacción contra la palabra ofensiva, y la consecuencia puede ser una indigestión o un dolor de cabeza, o simplemente pérdida de energías, causa de alguna enfermedad futura.
Si alguien frustra un plan que tenemos proyectado, nos llenamos de honda preocupación mental. Esa preocupación es la reacción de nuestro cuerpo mental contra la incitación exterior.
Nadie duda de que una fuerte preocupación mental trae enfermedades a la cabeza. Debemos gobernar las emociones con el pensamiento, y el pensamiento con la voluntad, y la voluntad con la conciencia.
Y debemos abrir nuestra conciencia como se abre un templo, para que en su altar oficie el sacerdote (el INTIMO), ante la presencia de Dios (el GLORIAN).
Tenemos que dominar nuestros siete vehículos y cultivar la serenidad, para que a través de nosotros pueda expresarse la sublime e infalible majestad del GLORIAN.
Cuando todos los actos de nuestra vida cotidiana, hasta los más insignificantes, sean la expresión viviente del GLORIAN en nosotros, entonces ya no volveremos a enfermarnos.

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