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jueves, 15 de julio de 2010

La Gioconda - Simbolismo

Hay dos tipos de Imaginación: existe la Imaginación mecánica y existe la Imaginación consciente. La imaginación mecánica no sirve: es la fantasía, y la fantasía está formada con los desechos de la memoria; por lo tanto, no sirve. Se necesita la Imaginación consciente, de la Imaginación activa, de la Imaginación intencional. Ese tipo de Imaginación, desarrollada, es grandiosa, sublime.

Ese tipo de Imaginación, desarrollada, permitió a Leonardo Da Vinci plasmar en el lienzo a “La Gioconda” (que, entre paréntesis, mucho se ha hablado de “La Gioconda”; algunos suponen que “fue la novia” de Leonardo Da Vinci. Se equivocan los que así piensan. Cuando uno mira a “La Gioconda”, y yo los invito a ustedes a que reflexionen en esto, a que observen la pintura de “La Gioconda”, ve que no tiene nada de “noviazgo”; no aparece, en ella, nada semejante.


Es un cuadro sublime. Lo mira uno, y siente un éxtasis, un éxtasis un “algo” en el corazón, muy distinto a las emociones inferiores; siente uno un “algo” sublime, como si se encontrara uno frente a frente de un deiduso, de un ángel.
 
En “La Gioconda” no hay nada de voluptuosidad, ni de erotismo, ni de coquetería, o algo que se pudiera parecer a cosa humana. No hay nada de eso en “La Gioconda”. Se necesita ser intuitivo para entender lo que es “La Gioconda”).
 
Leonardo Da Vinci, en su “traslúcido”, captó la imagen de “La Gioconda”, que no es una imagen fantástica, lo que él captó. Captó a su propia Madre Divina Kundalini, y esa es la que pinta en el lienzo (es su Madre Divina). ¿En qué me baso yo, para decirles que “La Gioconda” es la Madre Divina Kundalini de Leonardo Da Vinci? ¿En qué me baso? Me baso en que soy Alquimista y Cabalista. Si ustedes miran el cuadro de “La Gioconda” verán dos caminos (allá, a lado y lado de la figura central). Uno de esos caminos, es el espiraloide (el de la izquierda) y va al agua; el otro, es un camino más largo: en vez de ir al agua, se interna en un bosque. Allí está la clave. El que entiende cuáles son los dos caminos, sabe muy bien que Leonardo Da Vinci pintó a su Divina Madre Kundalini.
 
El camino ese espiraloide, que va al agua, es la “vía húmeda” de la Alquimia. Algunos Iniciados, cuando llegan al estado legítimo de hombres reales, verdaderos, se definen por la eternidades de eternidades, toman cuerpo alguna vez, y pueden tomar cuerpo en cualquier planeta del espacio infinito, para dar un paso adelante. De manera que ellos viven, ante todo, en felicidad, son dichosos. Los otros, los que escogen la “vía seca” (o sea, la directa), se internan en el “bosque” de la Alquimia.
 
Leonardo Da Vinci pinta a su Divina Madre Kundalini, entre los dos caminos: el de la espiral, o sea la “vía húmeda”, y el de ese otro, el de la directa, que se interna en el “bosque” de la alquimia. Obviamente, sólo con la ayuda de la Divina Madre Kundalini, puede uno avanzar en cualquiera de las dos vías, sea en la “vía húmeda” o sea en la “vía seca”.

Los alquimistas, hablando en lenguaje simbólico o alegórico, dicen que “en la vía húmeda el trabajo se puede realizar en 18 meses”, y que “el trabajo en la vía directa, es decir, en la vía seca, se puede realizar en ocho días” Naturalmente, se está hablando en números simbólicos, pero resulta que, afortunadamente, somos Alquimistas y conocemos el lenguaje de los Alquimistas. Debido a eso podemos afirmar, en forma enfática, que “La Gioconda” de Leonardo Da Vinci es su propia Madre Divina Kundalini. ¡Y la pintó, sí señor! Esa es “La Gioconda”...

Así, pues, si él no hubiera desarrollado el “traslúcido”, ¿cómo podría haberla visto? Pero él había desarrollado el “traslúcido”, y aún más: había subido por la escala de la Inspiración y había llegado también a la tercera escala, que es la de la Intuición.

Las Facultades Superiores del Hombre. Samael Aun Weor

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