Si observamos atentamente
cualquier cosa de este mundo MAYAVICO en que vivimos -una mesa por ejemplo-,
descubrimos con místico asombro, tres aspectos perfectamente definidos: largo,
ancho y alto.
Empero, es evidente que en la
mesa de nuestro ejemplo concreto, existe además un cuarto factor específico
totalmente definido, quiero referirme al concepto tiempo.
¿Cuánto tiempo hace que el
humilde carpintero fabricó la brillante mesa? ¿Minutos tan sólo? ¿Horas tal
vez? ¿Meses? ¿Años?
Longitud, latitud y altura, son,
fuera de toda posible duda -aunque ésta fuera de tipo CARTESIANO-, los tres
aspectos EUCLIDIANOS de este mundo TRIDIMENSIONAL en que, para bien o para mal,
vivimos, mas es claro que resultaría absurdo excluir de nuestros postulados el
cuarto factor.
El tiempo en sí mismo considerado
como CUARTA DIMENSION contiene intrínsecamente dos propiedades fundamentales:
la TEMPORAL y la ESPACIAL.
Es positivo, auténtico,
indudable, que el aspecto cronométrico de la vida, viene a ser únicamente la
inestable superficie del fondo espacial.
Años antes, antes de que el Sabio
EINSTEIN hubiera sorprendido al mundo con su famosa Teoría de la Relatividad,
cualquier hombre culto concebía el factor tiempo como una línea recta, hoy en
día cualquier intelectual acepta que el citado factor es curvo.
Empero, es obvio que en este
Siglo XX todavía hay gentes que piensan con mente medieval.
Grandes intelectuales modernos,
utopistas por naturaleza, fantasean de lo lindo pensando que la
eternidad es
una línea recta, tiempo prolongado en forma infinita.
El GNOSTICISMO REVOLUCIONARIO
enseña dialécticamente que la ETERNIDAD en sí misma nada tiene que ver con el
concepto TIEMPO.
El MOVIMIENTO GNOSTICO
INTERNACIONAL afirma enfáticamente que existe una QUINTA DIMENSION conocida con
el solemne nombre de ETERNIDAD.
De acuerdo con la sabia Ley de
Recurrencia todo en la vida vuelve a ocurrir tal como sucedió dentro del
círculo vicioso del tiempo.
En realidad, los tiempos se
repiten eternamente, más no se confunda al tiempo con la eternidad.
Dentro del eterno AHORA de la
gran vida, existe incesante repetición de acontecimientos y tiempos.
La curva del tiempo gira dentro
del círculo perfecto de la eternidad, pero es claro que estas dos ruedas son
diferentes.
Eso que está más allá de los dos
círculos misteriosos es la SEXTA DIMENSION y el fundamento vivo de cualquier
COSMOGENESIS, debemos buscarlo en la REGION CERO desconocida.
Como quiera que ya el sabio
EINSTEIN demostró matemáticamente la Relatividad del tiempo, podemos enfatizar
la idea de que en el ABSOLUTO INMANIFESTADO, el cuarto factor de nuestro mundo
TRIDIMENSIONAL, no tiene existencia.
Antes de que el flamígero corazón
del SISTEMA SOLAR DE ORS en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser,
comenzara a palpitar intensamente después del GRAN PRALAYA (NOCHE COSMICA), el
tiempo no existía, pues yacía dormido entre el seno profundo del ESPACIO
ABSTRACTO ABSOLUTO.
Si al final del MAHAMVANTARA (DIA
COSMICO), las siete DIMENSIONES básicas del universo quedan reducidas a un
simple punto matemático que se pierde como una gota entre el GRAN OCEANO, es
evidente que entonces el tiempo deja de existir.
Los mundos como los hombres, los
animales y las plantas, nacen, crecen, envejecen y mueren. Todo lo que alienta
bajo el sol tiene un período de tiempo definido.
La UNIDAD DE VIDA para cualquier
criatura que vive, equivale de hecho y por derecho propio, a cada latido de su
corazón.
Se nos ha dicho muy sabiamente
por cierto, que todo el cielo estrellado es un sistema de corazones que
palpitan intensamente.
Es evidente que cada palpitación
de los mundos se realiza cada 27.000 años.
La vida total de cualquier mundo
que refulge y centellea entre el seno profundo del inalterable infinito,
equivale a una suma completa de 2.700.000.000 de latidos del corazón cósmico.
El humilde insecto que sólo vive
una tarde de verano, vive en verdad tanto como un hombre o un mundo, pero en
forma más rápida.
Escrito está y con ascuas de
fuego ardiente, que el número de latidos cardíacos para bestias, hombres y
mundos, siempre es el mismo en forma ya más rápida o más lenta.
El tiempo es demasiado relativo y
por el escenario del mundo van pasando muchos actores que cargan con su propio
cronómetro.
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