LA SINCERIDAD
Querido lector: en la vida contemporánea, es muy poco lo que se habla y se enseña sobre la sinceridad, sin embargo nosotros debemos saber que la sinceridad es la flor de loto del alma.
La persona sincera se gana el cariño, el afecto y el amor de quienes le rodean.
La sinceridad nos enseña a ser buenos padres, buenos hijos, y algo más, ser buenos amigos, la sinceridad es una fragancia que impregna el ambiente de nuestra vida.
La persona que no es sincera, es un traidor, mal amigo, mal hijo, mal padre,
es una persona que carece de virtudes espirituales.
es una persona que carece de virtudes espirituales.
La persona que no es sincera siempre vive engañándose a sí mismo, goza engañándose y engañando a los demás, es detestable, no sabe amar ni puede ser amado.
Si hay algo en la persona que lo hace digno del afecto y el calor de los demás, es la sinceridad, no olvide querido lector, que el destino es un camino que hay que saberlo modificar y que la sinceridad es algo especial para ese trabajo.
La sinceridad nos enseña a decir siempre la verdad, nos aleja de la mentira, nos aleja de la traición, nos aleja de las vaguedades.
La sinceridad nos enseña a ser humildes, a ser verdaderos, a ser buenos cristianos, como ya dijimos, la sinceridad es una fragancia que viene del Espíritu, que impregna nuestros sentidos, que nos hace ser verdaderos cristianos.
Una persona sincera nunca es capaz de traicionar a nadie, nunca vende al CRISTO por 30 monedas de plata.
Podemos decir que una persona sincera siempre será nuestro mejor amigo.
V. M. LAKHSMI, MONASTERIO LUMEN DE LUMINE, OCTUBRE DE 1998
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