Hay, entre nosotros mismos, una parte oculta de nuestro propio Ego,
que nunca se ve a simple vista. Así como la luna tiene dos aspectos,
uno que se ve y aquel lado oculto, así también hay en nosotros un lado oculto
que nunca vemos. Ante todo quiero que entiendan ustedes, que así como hay una
luna física que nos ilumina, existe también la luna psicológica; esa
luna psicológica la cargamos muy adentro, es el Ego, el Yo, el Mí
mismo, el Sí mismo
El lado visible, todo el mundo lo ve con un poquito de
observación; pero hay un lado invisible que a simple vista no se ve.
La Esencia, desafortunadamente, no ha iluminado la parte oculta de
nuestra propia luna interior. Realmente nosotros vivimos en una pequeña zona de
nuestra conciencia, nos hemos forjado un retrato de nosotros mismos, pero un
retrato no es la totalidad.
Cuando logramos que la conciencia penetre como un rayo de luz en es
lado invisible, entonces en ese lado oculto de nosotros mismos, el retrato que
nos hayamos forjado se desintegra, queda reducido a polvareda cósmica. Es
lamentable que sólo vivamos en una pequeña fracción de nosotros mismos, lo que
ignoramos de nosotros es muchísimo.
El lado oculto que desconocemos suele ser muy profundo; pero
necesitamos conocerlo, y sólo podremos conocerlo proyectando la luz de la
conciencia sobre ese lado oculto. Y es importante ese lado oculto, porque es
precisamente en ese lado donde están todas las causas de nuestros errores, las
innumerables reacciones mecánicas, nuestras mezquindades, etc.
En tanto nosotros no hayamos iluminado ese lado oculto con los
rayos de la conciencia, obviamente estaremos muy mal relacionados, no solamente
con nosotros mismos, sino también con los demás.
Cuando uno ilumina ese lado oculto de su luna psicológica con los
rayos de la conciencia, conoce sus errores, entonces sabe ver a los demás; pero
cuando uno no ilumina ese lado oculto de sí mismo con la conciencia, comete el
error de proyectarlo sobre la gente que nos rodea y eso es gravísimo.
Proyectamos sobre las gentes todos nuestros defectos psicológicos,
y si somos mezquinos, a todos los veremos mezquinos; y si estamos llenos de
odio, a todos los veremos de esa forma; si somos envidiosos, creemos que los
otros son también envidiosos; y si somos violentos, no sabemos comprender la
violencia ajena, creemos que sólo nosotros tenemos la razón y que los demás no
la tienen.
Cuando sentimos antipatía por alguien, es claro que allí está
presente el defecto que interiormente llevamos y que lo estamos proyectando
sobre ese alguien. ¿Porqué nos causa antipatía tal o cual persona? ¿Porqué le
vemos tal o cual defecto que nos molesta tanto? Aunque parezca increíble, aunque
no lo admitamos, aunque lo rechacemos, la verdad es que ese defecto lo tenemos
dentro y lo estamos proyectando sobre el prójimo.
Cuando uno lo comprende, entonces se propone disolver el elemento
que ha descubierto, y si uno ve que el prójimo tiene tal o cual defecto, seguro
es que en el lado oculto que no ve, el lado oculto de uno mismo, está el defecto
en cuestión.
Así pues, es lamentable que nosotros estemos tan mal relacionados
con la gente; desgraciadamente, como quiera que estamos nosotros tan mal
relacionados con nosotros mismos, pues tenemos que estarlo con los demás. Si
sabemos relacionarnos con nosotros mismos, sabremos también relacionarnos con
los demás, eso es obvio.
A medida que avanza uno en esto, puede darse cuenta de cuan
equivocado anda por el camino de la vida. Protesta uno, porque otros no son
cuidadosos, y uno sí lo es; creemos que los demás andan mal, porque no son
cuidadosos, y uno que sí es cuidadoso, se molesta contra alguien porque no lo
es.
Si uno observa el detalle, se dará cuenta que ese no es cuidadoso, ese defecto que ve uno
en otro, lo tiene muy sobrado en sí mismo, en el lado desconocido de sí mismo.
El que se crea muy cuidadoso, puede suceder que no es tan cuidadoso como cree; y
sí hay desorden dentro de sí mismo que ignora y no acepta, no cree ni entiende.
Vale la pena conocer uno ese lado desconocido de sí mismo; cuando
uno de verdad proyecta la luz de la conciencia sobre ese lado de sí mismo
desconocido, cambia totalmente.
Descubrir que uno es violento, por ejemplo; entonces aprender a
tolerar la violencia de los demás. Se dice a sí mismo: “Yo soy violento. Entonces, ¿porqué critico
a aquel que es violento? Si yo lo soy”. Cuando uno comprende que realmente
es injusto consigo mismo, carga la injusticia en sí mismo, aprende a tolerar la
injusticia de los demás.
Se nos ha dicho en la Gnosis que debemos aprender a recibir con
agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes, mas no podría
uno en verdad llegar a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de
nuestros semejantes, si no acepta sus propias manifestaciones desagradables, si
no las conoce, y para conocerlas debe lanzar un rayo de luz sobre ese lado
oscuro de sí mismo.
Obviamente en ese lado que no ve, están en verdad las
manifestaciones desagradables que interiormente carga y que proyecta sobre los
demás. Así que cuando uno conoce sus propias manifestaciones desagradables, pues
aprende a tolerar las propias manifestaciones desagradables del prójimo.
Obviamente, para poder cristalizar uno en sí mismo el Cristo
Cósmico, necesita inevitablemente aprender a recibir con agrado las
manifestaciones desagradables de los demás. Así poco a poco, va cristalizando
dentro de sí mismo al Señor de Perfección. Así pues, que hay que entender que el
Señor de Perfección sólo cristaliza en nosotros a través del Santo Negar.
Hay tres fuerzas en nosotros muy importantes, la primera es el Santo Afirmar, la segunda el Santo Negar, y la tercera el Santo Conciliar.
Para conciliar por ejemplo el Santo Conciliar, la tercera fuerza,
el Espíritu Santo, la fuerza neutra, se necesita transmutar la energía creadora
y aquella fuerza maravillosa viene a cristalizar en los cuerpos existenciales
superiores del Ser. Para cristalizar en sí mismo la segunda fuerza, la del Señor
de Perfección, la del Bendito, la de nuestro Señor el Cristo, se necesita
inevitablemente aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables
de nuestros semejantes, y para cristalizar en sí mismo la primera fuerza, la del
Santo Afirmar, se necesita saber obedecer al Padre, así en los cielos como en la
Tierra.
El Sagrado Sol Absoluto del cual dimana la vida, quiere cristalizar
en cada uno de nosotros estas tres fuerzas primarias de la Naturaleza y del
Cosmos: Santo Afirmar, Santo Negar y
Santo Conciliar.
Concretándonos solamente a la cuestión del Santo Negar, del Cristo,
necesitamos negarnos a sí mismos, repito, aprender a recibir con agrado las
manifestaciones desagradables de nuestros semejantes; ¿pero cómo si antes no
hemos conocido nuestras propias manifestaciones desagradables?.
Si por ejemplo tenemos Ira, sabemos que la tenemos, si nos hemos
hecho conscientes de que somos corajudos, peleones, iracundos, furiosos. Es
claro, estando bien consciente de ello, comenzamos a dispensar esos mismos
errores en los demás y, como consecuencia, nos relacionamos mejor con el
prójimo. Los que tenemos envidia y reconocemos que la tenemos, que la cargamos
en el lado oculto de nuestra luna psicológica, aprendemos a perdonar las
manifestaciones desagradables de la envidia, tal como existen en otras personas.
Si estamos llenos de orgullo, si sabemos que lo tenemos, sabemos
que somos orgullosos, que estamos engreídos y reconocemos que lo somos, entonces
aprendemos a mirar a los orgullosos con más comprensión. Ya no nos atrevemos a
criticar, sabremos que dentro cargamos esos mismos defectos.
Si un hombre se siente honrado, se siente incapaz de mentir, de
pronto sucede que le ofenden diciéndole mentiroso; obviamente, si ha aceptado
que en el lado de su luna psicológica oculta, en ese lado que no se ve, en el
lado oculto de sí mismo, existe la mentira en forma inconsciente, no se sentirá
ofendido cuando se le diga mentiroso, sabrá ser tolerante con el prójimo.
Muchos podrán creerse muy liberales en su forma de ser, muy justos,
más si de pronto hay alguien que les dice que no lo son, que no son tan
liberales ni tan justos, podrían ofenderse porque ellos se sienten justos y
liberales.
Pues si ellos han aprendido a proyectar su conciencia previamente
sobre el lado oculto de sí mismos, sobre ese lado oculto que jamás se ve,
entonces vienen a reconocer por sí mismo, directamente, que no son tan justos ni
tan liberales como pensaban; en el fondo de todos ellos hay injusticia o
intolerancia, etc. Cuando alguien intente herirlos en ese sentido, no se
inquietan pues saben que les están diciendo la verdad.
Resulta muy importante, mirar ese lado oculto de sí mismo, ese lado
que no se ve, ese lado donde está la crítica, la censura. Seamos sinceros,
miremos hacia adentro, autoexplorémosnos, iluminemos esa parte oculta de nuestra
propia psiquis, esa parte que no se ve; veremos que los defectos que a otros
estamos criticando, los tenemos muy adentro en sí mismos. Entonces, cuando eso
sea, dejaremos de criticar.
La censura, la crítica, se deben precisamente a la falta de
comprensión. ¿Qué censuramos a otros, qué criticamos a otros?. Nuestros propios
defectos, eso es lo que estamos criticando.
¡Cómo los proyectamos! Triste es saber que nosotros proyectamos
nuestros defectos psicológicos sobre los demás; triste es saber que los vemos
tal como somos nosotros. Vemos al prójimo tal como somos nosotros, es algo que
hay que entenderlo. Todos tenemos una tendencia, nos creemos perfectos, nunca se
nos ha ocurrido mirar esa parte de la cara oculta de nuestra luna psicológica;
esa parte que no se ve jamás; esa parte de nuestra luna psicológica.
Ha llegado la hora de auto-explorarnos seriamente para conocernos
de verdad. Iluminando de verdad esa parte oculta de sí mismo, el lado invisible
que lleva uno en su interior, descubre con horror factores psicológicos que en
modo alguno aceptaría tener; factores que rechazaría de inmediato; factores que
cree no tener.
Si a un hombre, por ejemplo se le dice ladrón, es una ofensa;
¿porqué se ofenderá un hombre honrado si se le dice ladrón?. El ofendido podría
apelar a la violencia para justificarse; el hecho mismo de que un hombre honrado
se ofenda cuando se le dice ladrón, demuestra que no es honrado. Si en realidad
fuera honrado, no se ofendería porque se le diga ladrón, si se ofende no es
honrado.
Si ese hombre, por ejemplo, iluminara con la luz de la conciencia
esa parte de sí mismo que no se ve, esa parte oculta de su luna psicológica, con
horror descubriría lo que no quiso aceptar; descubriría Yoes del robo, ladrones.
¡Qué horror, imposible! Pero así es, en nosotros están, y ni remotamente
sospechamos. Que rechazamos; de ninguna manera aceptamos y nos horroriza; y sin
embargo en el fondo los tenemos; horrible pero así es.
Yo vi, cuando estaba en el trabajo de la disolución del Yo en el
mundo de las Causas, fui sorprendido. Nunca pensé que tuviera dentro de mi
interior yoes del robo, y encontré toda una legión de yoes ladrones. Imposible,
yo nunca le robo a nadie ni cinco centavos, ¿cómo va a ser posible que aparezcan
yoes del robo allá adentro?.
Pues imposible o no imposible, aunque rechazara, ahí estaban. Les
advierto que en el terreno de la vida práctica, alguien podría dejar un tesoro
de oro puro, yo no sacaría ni una sola moneda, aunque dicho está que en el arca
abierta hasta el justo peca; pero por ese lado, estoy seguro de no fallar, ni
dejándome oro en polvo sacaría ni un miligramo de oro.
Sin embargo, con cuanto dolor descubrí que allá en el fondo
existían yoes del robo; cuando observaba con el sentido de la auto-obsevación
psicológica, las veía huyendo; el ladrón que roba y huye despavorido, horribles
caras del robo. Quedé horrorizado de mi mismo, pero no tengo ningún
inconveniente en confesarlo, porque si no lo confesara sería señal de que
todavía estarían vivos esos yoes allá adentro.
El hipócrita tiene la tendencia a ocultar sus propios defectos. Así
pues, que no tengo ningún inconveniente en confesarlo. Tenía esa clase de yoes
aún pagando las deudas ajenas, los tenía. ¿Que me tocó desintegrarlos ;
reducirlos a polvareda cósmica y eso me causó horror? Sí hermanos.
Dentro de uno, en su interior, en ese lado oculto que no se ve de
sí mismo, lleva monstruosidades inenarrables, indescriptibles. Allá, quien se
lava las manos diciendo: “Yo soy un
hombre bueno, yo no le robo a nadie ni cinco centavos, he hecho muchas obras de
caridad, soy buen esposo, buen padre de familia, buen hijo, no robo, no le quito
la mujer al prójimo, entonces yo soy un santo”.
Esos que hablan así, son candidatos seguros para el abismo y la
muerte segunda; son casos perdidos. Ninguno de nosotros se crea santo, porque en
el lado oculto de sí mismo, en ese lado que no se ve, carga monstruosidades
inenarrables, horripilantes, que ni remotamente sospecha. Desgraciadamente, la
gente no vive sino en una pequeña parte de sí mismo; no ve la totalidad del
cuadro, solamente ve un rincón y se ha forjado cada cual un retrato sobre sí
mismo: el retrato del hombre honrado, el retrato del caballero caritativo, etc.,
etc.
De acuerdo con ese retrato , condicionamos nuestra existencia y de
ahí accionamos y reaccionamos incesantemente; allí están todas sus mezquindades,
sus censuras, críticas, pero el se cree perfecto; bien vale la pena reflexionar
un poco en estas cosas. En ese lado oculto de sí mismo, tener el valor de verlo;
todo el mundo lo sospecha pero nadie se atreve a ver de verdad cara a cara , a
ese lado oculto de sí mismo, donde están precisamente los factores que producen
discordia en el mundo, están la censura, crítica, violencia, envidia, por
ejemplo, dijéramos convertida en la mecánica de esta civilización; cuan
inevitable es eso. Si alguien tiene un carrito y ve de pronto que alguien pasó
con un automóvil más hermoso, dice: “Hombre, yo tengo ganas de mejorar un poco,
voy a ver si me consigo un carrito mejor”.
Después se le ocurre saber porque anhela un carrito mejor, y muchas
veces suele suceder que el carrito que está usando le está sirviendo. ¿Porqué
anhela otro mejor?. Sencillamente, por envidia; esa envidia está allá en el lado
oculto que no se ve, en el lado oculto de nuestra propia luna psicológica.
Obviamente se ha convertido, repito, la envidia en el resorte
secreto de la acción y eso es realmente lamentable. Cuando vayamos progresando
en la auto exploración psicológica, nos iremos haciendo cada vez más conscientes
de sí mismos y eso es lo mejor. Ha llegado la hora de entender que los errores
que nosotros vemos, los cargamos dentro.
Ha llegado la hora de entender, que en tanto nosotros no conozcamos
es lado oculto de sí mismos, estaremos mal relacionados con el prójimo. Es
necesario aprender a relacionarnos mejor con nosotros mismos para poder
relacionarnos mejor con los demás.
¿Cómo podríamos relacionarnos bien consigo mismo?
No solamente debemos pensar en esta luna, ésta física, sino en la
luna psicológica que interiormente cargamos. Nuestros yoes son una monstruosidad
terrible, están en el lado oculto que no vemos; entonces esas visiones que el
Dante viera en su Divina Comedia: garras y aletas horribles, dientes, pezuñas,
monstruosidades y monstruos que existen en el lado oculto de nosotros mismos, en
ese lado que nosotros no vemos.
En el trabajo sobre sí mismos, hay pasos muy difíciles, y sucede
que cuando trabajamos sobre sí mismos, cambiamos. Obviamente al cambiar, somos
mal interpretados por nuestros semejantes; sucede que nuestros semejantes no
quieren cambiar, ellos viven embotellados en el tiempo, son el resultado de
muchos ayeres y si nosotros cambiamos ellos gritan y protestan y nos juzgan
equivocadamente; todo esto debe saberlo el estudiante gnóstico.
En el mundo se han escrito muchos Códigos de Moral; pero: ¿Qué cosa
es la Moral, serviría acaso para la disolución del Yo? ¿Podría iluminarnos ese
lado oculto de sí mismos, ese lado que no se ve? ¿Podría conducirnos a la
santificación, o qué?
Nada de eso, la moral es hija de las costumbres, del lugar, de la
época. Lo que en un lugar es moral, en otro lugar es inmoral; lo que en una
época fue moral, en otra época dejó de serlo. Así pues, ¿en qué quedamos? ¿En
qué queda la moral?
En la China Antigua, matar a su padre era justo cuando ya éste
estaba demasiado anciano e incapaz para bastarse a sí mismo. ¿Qué diríamos
nosotros aquí si un hombre mata a su padre? Parricida ¿verdad? Así pues, la
moral es esclava del lugar, de las costumbres y de la época.
Repito, entonces ¿de qué sirven tan brillantes códigos, podrían
ellos disolver el yo? ¿Podrían iluminar la cara oculta de nuestra luna
psicológica? Nada nos sirve en el camino de la disolución del Yo, a simple vista
pareceríamos inmorales. ¿Qué clase de moral necesitamos entonces seguir? ¿Cuál,
si no sirven los códigos? ¿Entonces qué?
Hay un tipo de ética que ustedes no la conocen; algunos la conocen
en los Himalayas? Me refiero a ese tipo de conducta recta de la Naturaleza; a
esa ética que un día los Tibetanos condensaron en los PARAMITAS; lástima que los
Paramitas no pudiesen ser traducidos, pues, en el lenguaje occidental; los he
buscado y no los he hallado. Ética real; luego:
¿quién lo entiende?. Tal vez ustedes lo entienden, tal vez no.
Si ustedes cambian, puede ser que la gente se vuelva contra
ustedes. Si alguien de ustedes cambia, puede suceder que todos los que aquí
estamos, lo estemos calificando mal, lo estemos señalando como inmoral, malvado,
“vean lo que ha hecho”.
Es decir, surge la censura y es que la gente quiere que el Iniciado
pemanezaca embotellado en el pasado; de ninguna manera que el Iniciado surja a
lo nuevo, que cambie. Cuando el Iniciado cambia, es mal interpretado, juzgado
equivocadamente.
Así que el Ego es tiempo y el ego ajeno no puede tolerar que
alguien se salga del tiempo; no le perdona de ninguna manera. A mi me corrieron
de mi propia casa paterna porque resolví cambiar. Me tenían demasiado
atormentado; la regla de los profesores llovía sobre mí incesantemente; los
jalones de orejas, los golpes en la cabeza porque no dominaba aquellas materias
que para ellos son muy fundamentales. Cosas que para ellos son fáciles y se
enorgullecen de tener esas cosas.
Además me corrieron de mi propia casa paterna; me corrieron de la
escuela; me corrieron de todas partes. Conclusión; yo era una calamidad
sencillamente porque estaba cambiando. Yo no quería seguir metido en el tiempo,
entonces se me condenaba como hereje, malvado, terrible, hasta me perseguían
para darme muerte; enemigo número uno de la religión Ortodoxa. Conclusión: me
coloqué como dice un dicho por ahí : “Fuera de onda”. No podían perdonarme que
me saliera, pues, del “guacal”. Y no me lo perdonaron.
Si uno de ustedes cambia, pueden estar seguros de que todos los
demás lo criticarán. Queremos que hasta el mismo Maestro termine de acuerdo con
ciertas normas preestablecidas en el tiempo. Yo les aseguro que ustedes no
mirarían con agrado que yo me saliera de esas normas. Ustedes tienen sus normas
y si yo me salgo de esas normas, entonces ¿qué? Ya no mirarían con agrado eso.
Posiblemente dirían: vean lo que está haciendo, y es un Maestro. Imposible, ese
no es un Maestro.
¿Porqué? Porque quise salir del “guacal”; porque no quiero seguir
metido en sus normas; porque no quiero seguir embotellado en el tiempo, porque
no quise seguir encerrado en sus códigos de moral. Y aunque parezca increíble
cada uno de ustedes sigue determinado código de moral; algunos de ustedes
seguirán los diez mandamientos, que ya están estipulados, y de ahí no se salen
ni a cañonazos; otros de ustedes siguen normas mas o menos preestablecidas por
sus familias en el tiempo; algunos de ustedes siguen determinadas reglas de
conducta que aprendieron en distintas escuelas pseudo ocultisatas, pseudo
esoteristas, que oyeron de sus preceptores religiosos.
Cuando alguien no se comporta de acuerdo con esas normas que
ustedes tienen establecidas en sus mentes, ese alguien es un indigno para
ustedes, es un malvado; vean ustedes cuan difícil es llegar a la
autorrealización íntima del Ser. A medida que uno se va auto observando
psicológicamente, va eliminando esa cara oculta; va conociendo que en su
interior hay factores que ignora, elementos que ni remotamente sospecha.
Cuando eliminamos tales factores se originan cambios psicológicos;
obviamente se refleja sobre sus semejantes, esos cambios son mal interpretados
por el prójimo; de ninguna manera el prójimo puede aceptar que alguien no se
comporte de acuerdo con las normas establecidas; de acuerdo con los códigos ya
escritos, de acuerdo con los principios sustentados.
Resulta que en el trabajo, muchas veces tenemos que volvernos
inmorales, cuando hablo de “INMORALES” hay que saber entender esto,
ponerlo entre comillas, subrayarlo. Me estoy refiriendo, no estoy dictando esta
palabra en la forma que ustedes lo están entendiendo, en la forma negativa;
quiero únicamente aclarar esta palabra en el sentido edificante o dignificante,
en el sentido positivo, constructivo; en el sentido de que la necesidad de
evitar los códigos caducos de ciertas moralidades sin basamento sólido.
Por ejemplo, voy a llamar la atención de alguien porque ha llegado
al final de la clase; “Eso no está
correcto, eso no está correcto, has hecho un escándalo, hay que llegar siempre
temprano, a la hora que empezamos; empezamos a las nueve de la noche”.
Bueno, llagamos pues a la conclusión de que la vía suele ser difícil, el camino
angosto, estrecho, por lado y lado hay horrendos precipicios, subidas
maravillosas, bajadas horribles.
Caminos, pueden haber muchos caminos, pero ninguno lo conduce a uno
al dominio de determinada zona del Universo, es decir, lo convierte de hecho en
un Cosmocrator, para hablar esta vez en el sentido Indostánico; otros lo llevan
a determinados paraísos. Caemos, nos trae de nuevo a los sufrimientos de la
tierra, los otros al abismo y a la muerte segunda. Hay sendas que se escapan al
camino central con apariencias maravillosas de santidad, pero que conducen al
abismo y a la muerte segunda; es difícil no perderse, lo normal es que se
pierdan muchas veces por atenerse a un código moral establecido, se pierden,
caen en el abismo de la perdición.
Entonces ¿qué? ¿cómo hacer? Auto observarse psicológicamente en
forma incesante y antes de censurar a otros, censurarse a sí mismos; y antes de
ser violentos con otros, auto explorarse para conocer su propia violencia; su
violencia íntima que la carga aunque la rechaza y aunque piense que no la carga.
Si la gente viviera en una forma más consciente, pienso que todo
sería diferente; desgraciadamente nosotros, como lo hemos repetido tanto, nos
hemos formado muchos retratos; porque sólo vivimos en una pequeña parte de sí
mismo.
Cuando proyectamos nuestra conciencia sobre esa parte que no se ve,
los retratos dejan de ser alimentados y se vuelven polvareda cósmica, pues toca,
estamos cambiando. ¡Qué pequeños y deformes retratos nos hemos forjado de sí
mismos! ¡Qué mezquinos y qué lejos están esos retratos de lo que realmente somos
desgraciadamente!.
Estaba pensando en voz alta, ustedes están formando parte de mis
propias reflexiones. ¡Cuan mezquinos somos y sin embargo ni remotamente
sospechamos que somos mezquinos, que en el lado oculto de sí mismos cargamos la
mezquindad!.
A veces pensamos que si estos grupos esotéricos Gnósticos caminaran
mejor, seríamos más felices; incluso nosotros reclamamos un mundo ideal para
trabajar. Si fuéramos a las montañas o a los valles más profundos, creeríamos
que así caminaríamos mejor, más, ¿de qué sirve encerrarnos en una cueva si
dentro de sí mismos cargamos todos esos factores que son envidia, lujuria, odio,
etc., etc., etc.? No somos perfectos, perfecto solamente es el Padre; eso es
obvio.
Aquí están todos reunidos como santitos, sí, así es, pero en el
fondo Uds. tienen envidias, disputas, odios, críticas malsanas, etc., etc.; no
saben, sin embargo cada cual ve el error de los demás, pero no lo ve en sí
mismo, a nadie se le ocurre que el error que está viendo en otros, lo carga
dentro de sí mismo, eso no se le ocurre; son pocos los hermanos que saben
reflexionar en estas cosas, son pocos los que saben entender. ¿Porqué
quisiéramos nosotros algo ideal, un mundo ideal donde nadie se odiara, donde
todos fueran hermanos, donde todos se dedicaran únicamente al saber y al amor?
¿Porqué? ¿Hay razón para desear eso? En verdad que no la hay.
Si el grupo está en tercera cámara vienen a simbolizar, vienen a
representar precisamente a la vida allá, a la vida que está fuera de esta
cámara. Ustedes saben que la vida, el tren de vida, la humanidad en conjunto,
está llena de terribles defectos; Uds. saben que esa multitud amorfa que abunda
por ahí, está llena de ira, de codicia, de lujuria, envidia, orgullo, pereza, y
de gula, etc., etc., etc., no es ideal, no lo es, ¿porqué este pequeño grupo
queremos que sea ideal? Este pequeño grupo representa a esa humanidad, a esos
montones, a esos millones de personas que hay en el mundo, aquí está este
pequeño grupo con esos mismos errores que tienen las multitudes, entonces en
este pequeño grupo hay una escuela maravillosa, hay un gimnasio formidable, así
con sus defectos, así como estamos, es un gimnasio psicológico magnífico; “que el hermano tal dijo algo al hermano
tal”.
El que dijo, en lugar de decirlo, debe investigarse a sí mismo,
mirar esa parte oculta de sí mismo, esa parte que no se ve, a ver porqué lo
dijo, porqué censuró al prójimo; “que la
hermanita tal dijo algo de la otra hermanita tal”, bueno en lugar de estar
criticando esa hermanita a la otra hermanita, autoexplorarse para ver esa parte
de la luna que no se ve, y también seguro de que el error que está viendo la
otra hermanita, seguro lo carga en la parte oculta de sí mismo, en la que no se
ve; si eso lo sabemos aprovechar, precisamente los defectos, los propios
defectos de nuestros hermanos, si en vez de estarlos criticando, los
aprovechamos para el autodescubrimiento de sí mismo.
En un pequeño grupo ( es maravilloso, extraordinario) está
representada toda la humanidad, hay allí un gimnasio precioso, necesario para el
autodescubrimiento, hay que aprovecharlo; si un grupo fuera de perfectos,
entonces no habría necesidad de que existiera esta grupo. ¿Para qué?. Si todos
llegaran a la perfección, ¿para qué formar este grupo?. Este grupo existe porque
no somos perfectos, por eso existe, si fuéramos perfectos este grupo no
existiría; los errores de nosotros, los errores de todos los hermanos sumados
entre sí, son los errores de la humanidad, aquí está testificada, ejemplarizada,
esta es una muestra de lo que es la humanidad. Pues aprovechemos esta muestra,
aprovechemos esta escuela; en vez de censurar a nuestros semejantes,
censurémonos a sí mismos; el error que en otros veamos, debe servirnos de
ilustración para la conciencia, nos permitirá saber que nosotros cargamos ese
error en la parte oculta, que no se ve.
Vean Uds. cuan útil es una escuela esotérica, una escuela de
regeneración. Es una escuela de regeneración , mas somos tontos cuando dejamos
la escuela. ¿Donde la vamos a encontrar? ¿en que parte del cosmos?. Imposible,
¿verdad?. Hay una humanidad Divina, sí, pero no es la humanidad corriente, no;
me refiero en forma enfática al Círculo Consciente de la Humanidad Solar, a ese
círculo que opera sobre los Centros Superiores del Ser, es la única humanidad
que yo diría ideal. ¿Cómo vamos a llamar ideal al hijo del vecino? ¿Cómo vamos a
llamar ideal a Pedro, Pablo, Diego, Chucho, Jacinto y José?. Sin embargo, todos
los necesitamos, los errores del vecino precisamente son muy útiles para
nosotros, podemos utilizarlos como indicación; si yo descubro que fulano de tal
está lleno de envidia, pues debo ser un poquito reflexivo, estoy censurando la
vida de fulano de tal. El hecho de que esté censurando la envidia de fulano de
tal, indica que yo la tengo en las profundidades de mi consciencia, en es parte
que no se ve.
Ahora bien, hay que saber muy bien quien es el que censura. ¿Quien
es el censurador? ¿Cual es el Yo de la crítica? Vale la pena que lo reduzcamos a
polvareda cósmica.
S. A. W.
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