Gnosis Trascendental TV

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domingo, 13 de junio de 2010

Aloe Vera - Propiedades


Género de las plantas pertenecientes a la familia de las Liliáceas, herbáceas a su vez y pequeñas o bien en arbustos que pueden crecer hasta la altura de 20 metros. El Áloe Socotrina, a la que nos referimos, alcanza generalmente de 1 a 1.75 metros de alto. Se dice de esta planta, que un gnomo estaba en grave peligro, totalmente abatido, cuando recibió socorro de un árabe que le puso a salvo. Entonces el gnomo ofreció una recompensa a su salvador, y éste hubo de pedirle le diera a conocer una planta que garantizara su larga existencia. Se separa el gnomo y a poco trajo el Áloe, por cuyo motivo llaman a esta planta en muchos países la Planta de los Cien Años... Los viajeros que van al Oriente, verán sobre las puertas de las casas turcas un Cuero de Cocodrilo y una Planta de Áloe, ya que ambos, dicen, garantizan una larga vida. El Áloe, dado en pequeñas dosis y preparado su extracto según las reglas Rosa Cruces, es seguro que ofrece larga vida, pues es extraordinariamente microbicida y aumenta en gran manera la actividad del hígado. Es nocivo darlo como lo ofrece la medicina oficial en forma de aguardiente alemán. Puede entonces destruir órganos y partes delicadas de los intestinos... La mayor parte de nuestros preparados tienen una muy pequeña de Áloe, por cuyo motivo siempre son beneficiosos. En altas dosis, produce a menudo enfermedades de los riñones, algunas de ellas incurables. Arnoldo Krum Heller. Plantas Sagradas

Fórmula para curar la Impotencia
Muy pocos son los seres humanos que se han detenido a meditar sobre el valor trascendental de la planta llamada Sábila. He visto esa planta colgada de una pared sin aire puro, sin agua y sin luz y sin tierra, y, sin embargo, llena de vida, multiplicando sus hojas y reproduciéndose milagrosamente. ¿De qué vive? ¿De qué se alimenta? Eso es lo que ningún hombre de ciencia se ha detenido a meditar jamás…

… A nadie se le ocurre investigar por su propia cuenta en el maravilloso laboratorio de la Naturaleza. Los farmaceutas lo único que saben es hacer aguardiente alemán y componer pectorales de sábila. Eso es lo único que hacen con sus famosos cristales de sábila. Es un gran pectoral, pero la trascendental importancia de la sábila ni remotamente la conocen. La sábila se alimenta directamente de los rayos ultrasensibles del sol, de la sustancia cristónica del sol, los cristales vienen a ser la cristalización de la luz astral del sol. Los cristales son, pues, el semen del sol, y existe un gran parecido entre los cristales de la sábila y el semen humano. La sábila es, pues, una gran panacea para curar la impotencia. El procedimiento es el siguiente: Échese entre una sartén, olla o caldereta, una panela bien blanca para que se derrita al fuego. La vasija no debe llevar agua. Una vez licuada la panela, échense los cristales de una sábila entera, añádasele unos diez gramos de hierro "Giraud" y bátase bien, todo al fuego, con un molinillo. Luego ya bien batido todo, bájese la vasija del fuego, embotéllese su contenido, añádasele un poquito de benzoato de sodio para que no se fermente, rotúlese y tómese por cucharadas una cada hora. Con esta maravillosa fórmula se cura la impotencia.

La Medicina Gnostica


Dice el Maestro Paracelso: «Todas las enfermedades tienen su principio en alguna de las tres sustancias; sal, azufre y mercurio, lo cual quiere decir, que pueden tener su origen en el mundo de la materia (simbolizado por la sal), en la esfera del alma (simbolizado por el azufre), o en el reino de la mente (simbolizado por el mercurio)». Si desea comprender mejor este aforismo del Maestro Paracelso, debe estudiar la constitución interna del hombre. (Véase «El Matrimonio Perfecto» y «La Revolución de Bell»). Si el cuerpo, el alma y la mente están en perfecta armonía entre sí no hay peligro de discordancias perjudiciales, pero si se origina una causa de discordia en uno de estos tres planos, la desarmonía se comunica a los demás.
El YO, no es el cuerpo físico; tampoco es el cuerpo vital que sirve de base a la química orgánica; ni es el cuerpo Sideral raíz misma de nuestros deseos; ni la mente, organismo maravilloso cuyo instrumento físico es el cerebro. El YO no es el cuerpo de la conciencia, en el cual se fundamentan todas nuestra experiencias volitivas, mentales o sentimentales. El YO, es algo mucho mas recóndito.
Lo que es el Ser, muy raros seres humanos lo han comprendido.
El Ser no es la luz ni las tinieblas.
El Ser está más allá del bien y del mal.
El Ser es el GLORIAN.
El Ser es el INTIMO.
El GLORIAN es el rayo, que, al tocar su «campanada» viene al mundo físico.
El Glorian es la Ley y es la raíz incógnita del Hombre.
El GLORIAN es el Ser del Ser
El GLORIAN es la ley dentro de nosotros.
Cuando el hombre obedece a la ley, no puede enfermarse; la enfermedad viene de la desobediencia a la ley. Cuando los siete cuerpos, como si fuesen siete YOES quieren actuar separadamente, el resultado es la enfermedad.
Los cuerpos físicos y vital deben obedecer al alma; el alma debe obedecer al INTIMO, y el INTIMO debe obedecer al GLORIAN. Cuerpo, alma y espíritu, deben convertirse en un universo purísimo y perfecto a través del cual pueda expresarse la majestad del GLORIAN.
Veamos un ejemplo concreto y simple: Si arrojamos piedras al agua, se producirán ondas necesariamente. Esas ondas son la reacción del agua contra las piedras.
Si alguien nos lanza una palabra ofensiva, sentimos ira. Esa ira es la reacción contra la palabra ofensiva, y la consecuencia puede ser una indigestión o un dolor de cabeza, o simplemente pérdida de energías, causa de alguna enfermedad futura.
Si alguien frustra un plan que tenemos proyectado, nos llenamos de honda preocupación mental. Esa preocupación es la reacción de nuestro cuerpo mental contra la incitación exterior.
Nadie duda de que una fuerte preocupación mental trae enfermedades a la cabeza. Debemos gobernar las emociones con el pensamiento, y el pensamiento con la voluntad, y la voluntad con la conciencia.
Y debemos abrir nuestra conciencia como se abre un templo, para que en su altar oficie el sacerdote (el INTIMO), ante la presencia de Dios (el GLORIAN).
Tenemos que dominar nuestros siete vehículos y cultivar la serenidad, para que a través de nosotros pueda expresarse la sublime e infalible majestad del GLORIAN.
Cuando todos los actos de nuestra vida cotidiana, hasta los más insignificantes, sean la expresión viviente del GLORIAN en nosotros, entonces ya no volveremos a enfermarnos.

El Cristo Intimo


Me alegra verlos a todos ustedes reunidos, me alegra verlos en este ágape. Sentimos nosotros, en verdad, que nuestro corazón se inflama de amor, al contemplar cada uno de estos rostros hermanos. Solo anhelo -en nombre de la Gran Verdad Cósmica- que ella les ilumine, que brille, en cada uno de los aquí presentes, la luz. Deseo, sinceramente, que cada cual marche por el camino de la Auto-Realización Intima, hasta el triunfo total. Deseo, sinceramente, que la Estrella Interior -que a cada cual guía- los conduzca finalmente hasta la Bienaventuranza. Deseo, sinceramente, que este pueblo gnóstico a base de sacrificios, de esfuerzos conscientes y padecimientos voluntarios, llegue por último a la liberación real.

Que todos los aquí presentes no olviden el trabajo esotérico, que en verdad se dediquen -sinceramente- a trabajar sobre sí mismos, aquí y ahora. Aquel que escucha la palabra y no la hace dentro de sí mismo, se parece en verdad al hombre que se mira ante un espejo y luego da la espalda y se retira. No basta, hermanos, escuchar la palabra; es necesario hacer la palabra.

Conforme nosotros luchemos más y más, recibiremos auxilio interior. Quiero que sepáis que el Cristo Íntimo viene a nosotros cuando realmente trabajamos incansablemente, noche y día. Quiero que sepáis que Jesús, el Gran Kabir, le dio al mundo, trajo a nosotros -hace 1.975 años- la Doctrina del Cristo Íntimo. Si por algo es grandiosa la venida de Jesús, el Gran Kabir, es porque nos trajo en verdad, la Doctrina del Cristo Interior. Cuando Pablo de Tarso habla sobre El Cristo, no se refiere exclusivamente al Jesús histórico: se refiere al Jesús Íntimo.

Muchos aguardan la venida del Gran Maestro, pero en verdad os digo, mis queridos hermanos, que Él viene desde adentro, desde el fondo mismo de nuestras Almas. Conforme nosotros perseveremos en el trabajo, conforme luchemos por eliminar los elementos inhumanos que llevamos en nuestro interior, nos acercaremos cada vez más y más al Cristo Íntimo. Un día, Él vendrá a nosotros para salvarnos; un día Él se hará cargo de todos nuestros procesos mentales, emotivos, sentimentales, sexuales, etc.; un día, Él se incorporará en nosotros, se convertirá en un hombre de carne y hueso -en cada uno de nos- para podernos transformar, embellecer y dignificar.

Ha llegado la hora de amar al Señor de los martirios, a aquel que en verdad está dispuesto a sacrificarse en nosotros y por nosotros y dentro de nosotros, aquí y ahora.

El Cristo Íntimo es nuestro Salvador. Así lo declaro formalmente, aquí ante ustedes, en este ágape. El Cristo Intimo es algo sublime: nos ama y nosotros debemos amarle. Él se ofrece como Cordero Inmolado para redimirnos, sufre dentro de nosotros y quiere transformarnos radicalmente. ¿Quién no amaría -por ejemplo- a un buen amigo, que estando nosotros presos, viniese a visitarnos y hasta consiguiese nuestra libertad? ¿Quién no amaría a un gran amigo, que estando nosotros enfermos y abandonados, nos trajese medicinas y al fin lograra curarnos? ¿Quién no amaría a un amigo, que estando nosotros en miseria, nos diera la mano y nos alimentara? ¿Quién no amaría a su madre, que desde niños veló por nosotros, que nos alimentó con sus pechos, que hizo por nosotros todo lo que hubo y que sufrió por nosotros, hasta levantarnos al estado actual en que nos encontramos?. Pues bien, mis queridos hermanos, El Cristo Íntimo hace más que todo eso: Él viene a nosotros cuando nosotros trabajamos sinceramente en la Gran Obra del Padre, cuando nosotros luchamos -en verdad- por eliminar nuestros defectos psicológicos, cuando nosotros bregamos por eliminar todos esos "Yoes" que en su conjunto constituyen el "mí mismo", el "sí mismo...". Él viene a nosotros cuando de verdad estamos trabajando por nuestra propia liberación. Él sufre, desde el fondo mismo de nuestra Alma; Él viene, para hacerse cargo de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, de nuestros deseos. Él viene para combatir, en sí mismo, los "elementos inhumanos" que nosotros llevamos en nuestro interior; Él se convierte en una persona de carne y hueso, aunque las personas no le conozcan; Él vuelve a vivir el Drama Cósmico, aquí y ahora y dentro de nosotros mismos, de instante en instante, de momento en momento. Él vuelve a ser otra vez traicionado por Judas, el demonio del deseo; por Pilatos, el demonio de la mente, que para todo encuentra disculpas, y por Caifás, el demonio de la mala voluntad. Él vuelve a ser otra vez humillado, abofeteado por todos esos "Yoes" que cargamos en nuestro interior; Él vuelve a soportar la corona de espinas, Él vuelve otra vez a ser azotado, con cinco mil y más azotes, dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Y por último, Él que se convierte en el Cordero Inmolado, en el Cordero que borra nuestros propios pecados, sube al gólgota del supremo sacrificio y exclama con gran voz: "¡Padre mío, en tus manos encomiendo mi Espíritu!". Por último baja al Sepulcro y con su muerte mata a la muerte. ¡Sórbida es la muerte con victoria!. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?

Así pues, hermanos, ha llegado la hora de amar al Cristo Íntimo; esa es la Enseñanza que nos trajo el Gran Kabir Jesús...

Cuando el Señor de Perfecciones dentro de nosotros mismos, aquí y ahora resucita, nosotros resucitamos en Él y Él en nosotros, y nos convertimos de hecho en criaturas espléndidas, inmortales.

Antes de poseer al Cristo Íntimo, estamos verdaderamente muertos. Solamente después de poseer en nuestro interior al Cristo Íntimo, tenemos vida en abundancia.

Hermanos gnósticos, que esta noche nos hemos reunido en este ágape místico: quiero que améis en forma más profunda al Cristo Íntimo; quiero que verdaderamente trabajéis sobre vosotros mismos, a fin de que un día pueda Él surgir en vosotros para transformaros definitivamente. Aunque el Cristo haya nacido mil veces en Belén, de nada serviría si no nace en nuestro corazón también; aunque haya sido muerto y resucitado, de nada serviría eso si no muere y resucita en nosotros también.

¡Amemos al Adorable, a ese que verdaderamente se sacrifica por nosotros, aquí y ahora! ¡Amémosle, hermanos, amémosle!